sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 12.

-¡Jack! -exclamé-. 
-Anna -susurró-. Annabeth.
Me levanté de encima suyo.
Miré a mi madre, que continuaba durmiendo. Giré la cabeza hacia Jack, sonriendo. Él también sonreía.
-¿Qué te ha pasado? -preguntó-. ¿Por qué estás aquí? ¿Sola, con tu madre? ¿Y tu padre, tu hermana?
Suspiré. Demasiadas preguntas.
Comencé a relatarle todo, desde el abandono de mi padre hasta hoy, pendiente de sus expresiones. Sorpresa. Ira. Enfado. Tristeza. Compasión.
Terminé la historia con rapidez.
-¿Y a ti? ¿Por qué estás aquí?
-Me fui de casa -dijo, encongiéndose de hombros. Frinció el ceño-.  Bueno, me echaron.
-¿Te echaron? ¿Por qué?
Se encongió de hombros de nuevo.
-No les gusto demasiado, creo. A mis padres -aclaró, rascándose la frente.
Me cogió la mano.
-¿Cuándo?
-Hace... unas dos semanas. No mucho después de nuestro encuentro en la librería.
Me sonrojé al pensarlo.
-¿Y tú? ¿Cuánto tiempo?
-No lo sé, Jack. ¿Tres días? ¿Una semana? No lo sé, no tengo ni idea.
Suspiré.
-¿Estás cansada?
-Sí -dije-, muchísimo.
-Vale. Durmamos, entonces.
Sin preguntarme, me cogió en brazos y me llevo donde estaba mi madre.
Me sentó en el suelo, y él se tumbó a mi lado. Me ayudó a tumbarme y me rodeó los hombros con su brazo, estrechándome contra él. Apoyé la cabeza en su pecho, y conseguí dormir.

Cuando me desperté, Jack dormía todavía. Pero no mi madre.
Nos observaba con el ceño fruncido.
Me separé de Jack.
-Mamá -dije-, es un amigo. Sus padres le han... echado de casa. Nos encontró anoche.
Asintió. Sin embargo, había desconfianza en su mirada cuando nos dio la espalda.
Cogí una mano de Jack, suspirando. Con el pulgar, comencé a trazar círculos en ella. Con mi otra mano, recorrí cada línea de su rostro.
Los párpados, la nariz, los labios. Su mandíbula, sus pómulos.
Seguía durmiendo, pero sonrió. Suspiré.
Desde ese momento, supe que sería feliz. 
No veas cuánto me equivocaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios.